Para debatir en la próxima reunión de consorcio mental
Dedicado a Pantufla
Abro la puerta de la calle. Entro al hall. Subo uno, dos, tres escalones. Me paro en frente del ascensor. El portero me mira. Al rato:
Portero: Qué hacés, Leticia?
Yo: (en tono de burla) No sé bien, estaré esperando el ascensor?
Portero: (sonríe, abre la puerta de uno de los ascensores y llama al otro) Ya está acá el ascensor... (me mira enternecido) Y tampoco habías apretado el botón para que venga.
Yo: !
Desde entonces, con todas mis fuerzas estoy tratando de no hacer de esa escena una metáfora de Leticia.
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Rutinívola, frivaria (y encima disléxica!)
No hace tanto, volvía a casa pensando en algo realmente terrible que me pasó en el día. Ahora necesito comentarlo con alguien. Venía caminando unos cuantos metros sin tropezarme, cuando me topé con algo peor que el piso: un espejo? No, pero casi: mi remera, la misma que yo llevaba puesta, sosteniéndose de los hombros de otra. Al reconocer la coincidencia de vestuario, la portadora me miró fijo. Ninguna de las dos pudo desviar la mirada a medida que nos íbamos acercando. Tuve de ahogar una risa sobradora pensando con malicia "Sé cuánto gastaste el verano pasado... Así que no fui la única a la que le vieron la cara. Y eso que a mí se me gastó la cara de tanto que me la vieron!" Y sin más, seguí de largo.
Pero toda esta situación no es eso tan terrible que me pasó en el día.
O sí, y acaso es lo terrible que le pasó a mi vida.
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Escuchado al pasar:
- No te entiendo, hablás castellano?
- I don't understand you, can you talk in English?
- Que no te entiendo, hablás castellano?!
- What? I don't understand you, can you talk in English?!
- Te digo que no te entiendo! Hablás castellano?!!!
- What?! I don't understand you! can you talk in English?!
Bueno, está bien.
Pero los que hablamos el mismo idioma, no tenemos excusas.
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Realidad, disco rayado:
Tengo la sensación de que todo todo, todo vuelve. Y aunque odio odio pero odio la vida cíclica y monótona, veo veo, qué ves? que es algo que hay que limitarse a aceptar tar tar.
Este eco eco, ecorococó puede sonarte familiar. Y es porque todos todos, todos lo conocimos de alguna manera: yo tengo el eco de la cabeza (repito repito repito pensamientos e ideas). Pero es más común el eco en los labios, manifiesto en aquellos que repiten siempre siempre lo mismo (hablante monotemático). El caso más grave de eco es el que se da mediante una conexión auditivo-fónica, es decir, el de los que oyen algo, y tan conectados tienen los oídos a la boca, que pueden repetir lo que escucharon sin que la información pase por el cerebro.
Mejor no identificarse con el último tipo de eco, porque ese modo de pensamiento se fusiona con cierto modo de habla y deriva en un modo de vida.
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Es así de simple:
Aseguré: Yo nunca me contradigo, excepto cuando digo una cosa y después otra.
Y así fue como resumí la explicación de mi ser a 12 palabras.
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Explosión en palabras:
8.43. Colectivo:
No, no le cedo nada el asiento! Sí, ya sé que soy jóven pero estoy cansada. Y quiero leer. No moleste.
12.40. Kiosco:
No, no tengo cambio de 20, usted es el que tiene un kiosco, así que es más: deme el billete porque le voy a pagar con 50. Así está mejor?
14.20. Bar:
Ah...no tenés hielo? No tenés pan negro? No tenés condimentos? No tenés ganas de irte un poco a la--?
17.35. Teléfono:
Equivocado! Señor usted tiene oligofrenia en los dedos o Telecom lo está entrenando para imbécil? Si es así, felicítelos de mi parte!
21.40. Portero eléctrico:
Pizza? No, no encargué ninguna pizza. Y tampoco lo encargué a usted, que ya bastante lejos está de ser un encargado como la gente.
Obviamente no dije ninguna de estas cosas. Pero me permití pensarlas.
Por fin la naturaleza se pone un poco de mi lado: gracias, gracias, gracias por no haberle puesto subtítulos a mi cabeza!
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Nota Salazar 3:
"Hasta dónde vas?" dijo el taxista y yo le contesté "Hasta las manos", como si me hubiera preguntado cómo estaba. Entonces me quiso psicoanalizar con pensamientos rebuscados, haciendo honra a su trabajo. Pero ojo. Yo no digo que los taxistas sean todos rebuscados, porque eso sería decir que yo misma (y el 99% de la población) somos taxistas, cosa que no diría nunca porque no soy taxista y mucho menos rebuscada. Si alguna vez fui rebuscada, evidentemente no me buscaron lo suficiente, porque hasta donde yo sé, nunca me encontraron. Y es que en materia de encontrar, contrario a lo que muchos piensan, yo no estoy en contra de nadie, excepto de mí, de Calabró y del resto. Pero no perdamos el hilo dental de la conversación: que yo sea una encontradora o una perdedora no está en muela de juicio. Yo lo que me preguntaba era si es cierto que de ser una grandilocuente pasé a ser una gran delincuente del idioma. Y acabo de respondérmelo.
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