Estás seguro de que querés conocerme?!
(Saliendo de la clase)
Estudiante1: Che, hacés el trabajo con nosotros? (suelto una carcajada) De qué te reís?
Yo: No, es que ellos acaban de decir algo gracioso.
Estudiante1: Ah, los conocés?
Yo: No.
Estudiante1: !
(En la librería, comprando cosas)
Estudiante2: Disculpá, te vi en la clase de PCPC, escuchaste qué pidió que leyéramos?
Yo: Ehm...no. Y el resto, tampoco.
Estudiante2: Uh... (me mira las manos) por qué comprás 4 resaltadores?
Yo: Es que los amo, sí sí, amo los resaltadores. Cuando la hoja es suave, resaltar es... no sé, adictivo. Necesario.
Estudiante2: ¿?
(Formando un grupo de trabajo, después de intercambiar unas palabras)
Estudiante3: Vos por qué elegiste Comunicación Social?
Yo: Mirá, me encantan las materias pero en realidad no sé qué futuro tengo en esta carrera. Supongo que ninguno, pero bueno, en todo caso el problema no es la carrera sino yo. Como siempre.
Estudiante3: ...
En 1 (un) día conocí 3 personas.
En 1 (un) día conocí 3 personas y les di una imagen de neurótica-esquizoide.
En 1 (un) día conocí 3 personas, les di una imagen de neurótica-esquizoide y todo en los primeros 5 minutos de la conversación.
(Y lo más triste es que los 3 se fueron con la imagen correcta)
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El mejor domingo de mi vida:
El día empezó bien, es decir, por la mañana (me habría preocupado si hubiera sido de otra forma)(como vivo cerca de los bosques de Palermo, escucho desde temprano las sonatas de los pajaritos)(sonatas que diariamente me sirven para no tener que escuchar las sanatas de los humanitos). Abrí la persiana, levanté la ventana y me di cuenta de que estaba haciendo las cosas al revés. Entonces me arrastré hasta la calle, y como todo el mundo camina por Plaza Francia los domingos, yo caminé por Plaza Italia. Y como me di cuenta que estaba mintiendo porque en realidad no fui a Plaza Italia, caminé enojada conmigo por Plaza Francia. Y como no estaba segura de estar caminando por Plaza Francia o Plaza Italia, me senté y miré lo que había escrito sobre mi domingo.
Éste, que iba a ser un texto interesante, se suma ahora a la lista de cosas que quedan a medio hacer por culpa de mi incapacidad para ponerme de acuerdo conmigo misma.
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La taxíada:
Miro por la ventana. Turno con el médico? Algo tenía que hacer. Cuando llegue a casa, llamo (o sigo no llamando, como todos los días que no me acuerdo). Que la salud mía esté en mis manos no me deja muy tranquila. Prendo un cigarrillo. Leo. Termino el cigarrillo. Prendo un cigarrillo. Leo.
Taxista: Fumás mucho.
Yo: Sí, un atado y medio.
Taxista: Y qué edad tenés?
Será el taxi un deja vu infinito satelital? Un eterno retorno dental? La dimensión de Federico Loopy? Esto que está pasando no se puede llamar pensamiento: sólo miento. Será el taxi un deja vu infinito satelital? Un eterno ret...
Yo: 19 años.
Taxista: Tan chica! No pensás en tus padres?
No, aparentomente estoy muy ocupada pensando en Federico Loopy, Snoopy y Droopy. Y sacando conclusiones a partir de esta elección de personajes.
Yo: Pero sí! Soy una hija ejemplar.
De colección, ideal para encuadernar, archivar y donar a una escuela que quede lejos.
Taxista: Ah. Siempre viajás a esta hora?
No, viajé una sola vez. No llegué. Tampoco volví. No me extrañé.
Yo: No.
Taxista: Bueno, flaca. Cómo te llamás?
Lo justo sería llamarme Margarita, para rimar con marchita y con la verdad.
Yo: Leticia.
Taxista: Ah, bueno, te dejo en la esquina?
No puede ser un poco más lejos mío?
Yo: Sí, gracias.
Consejo a mí misma: nunca más quedarme dormida en un taxi, o nunca más viajar en taxinconciente antes de quedarme dormida, o nunca más quedarme dormida antes de dormir, o dormir más que nunca, o dormir para siempre. Me inclino por la última.
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