En el andén
Reconfirmo la hora con mi reloj: 6.05pm, gracias. Reconfirmo mi ubicación con el cartel de la estación: Tribunales, gracias. Reconfirmo estado de cosas con la muchedumbre que espera el subte, me empujan, ahí viene. Saco cuentas: no, toda esta gente definitivamente no entra en el vagón que ya de por sí está repleto. Me empujan, se abre la puerta, permiso, permiso, por cada persona que baja, suben diez (el transporte público desconoce la lógica matemática, permiso). La gente se amontona, se aplasta, aviso sonoro, suba el que puede y el que no, a la lona. Se comprimen en el interior, la puerta se cierra en mi cara. Antes de que se metan en el túnel apilados, sin oxígeno, sin espacio, creyendo tener suerte por haber entrado, burlándose de mí y de los que nos quedamos afuera, aprovecho para mostrarles que no tengo apuro, que puedo subir tranquila por la escalera mecánica y salir a la calle donde hay espacio, aire y tiempo pero tiempo no apurado y frente a sus miradas de odio, de furia homicida, de ambas, me voy exhalando orgullo por mis setenta centavos bien invertidos en maldad pura que sin duda valió la pena.
Ven? No hay caso: soy una jodida bárbara.
---------------------------------------
|