El misterioso caso del taxista demasiado nostálgico, demasiado moderno
Esta vez no pregunté si podía fumar: fumé, no sé por qué. Por el cansancio, por la humedad, porque estaba a punto de llover. Llevaba la guitarra. Miraba para afuera. No sé cómo se le ocurrió, de dónde sacó que teníamos que hablar de música. Y empezó: vos qué escuchás, hacés rock, cantás desde hace cuánto, escuchaste alguna vez la orquesta de Troilo lo que es, los chicos ya no escuchan tango, y demás prejuicios generacionales. Entonces pensé basta, esto tiene que terminar de alguna manera. Le pedí que subiera la música, a ver si se callaba. No sólo no funcionó, sino que, por querer ir cantando el violín, tuvo que pegar un volantazo de esos que evitan la muerte a riesgo de provocarla por infarto. Porque una cosa sería el Abasto, Corrientes en aquellos años, yo qué sé qué sería. Seguro que diferente a Cabildo a las seis de la tarde de un día cualquiera.
Pasada la crisis nerviosa, recobró el entusiasmo y me dijo vos lo que tenés que hacer es meterte en youtube, y poner Troilo y empezar a mirar, fijate al costado que te van a ir apareciendo videos relacionados y vas a ver ¡qué tango! mientras yo pensaba esperen, esperen, esto no puede ser así, está mal, estamos violando algún código o quebrando alguna lógica subyacente, estamos poniendo en peligro el orden de las cosas, se está descarrilando la realidad.
Pensado lo cual, sonreí, pagué, me bajé del taxi con un miedo desconocido... ¿estaremos ante la gestación de una generación de taxistas nostálgicos internautas? Definitivamente no estoy lista para eso. Ni yo ni nadie. Me bajo acá, gracias.
---------------------------------------
|