Carta abierta al lector anónimo:
Te escribo a vos, que me prestás un poco de tu atención cada tanto cada poco o cada nunca. Me conocés, yo te sospecho. Precisamente a vos, que sos el que da sentido al amontonamiento de párrafos. No quiero abusar de tu tiempo y no, no hagas muecas porque esto no es demagogia, de hecho, esto no es nada (y si esto es una mascota, se parece bastante a su dueña). No me gustan las deudas, por favor no entiendas esta carta como un pedido de ayuda porque no, lector, no estoy aullando socorro sabés qué pasa, no necesito nada excepto que sepas que no necesito nada y no te dejes engañar: no quiero, no puedo ni voy a aceptar tu consuelo y es importante que me creas cuando te digo que no te estoy pidiendo absolutamente nada porque si necesitara ayuda, gritaría en mayúsculas o en negrita o plantearía situaciones concretas o plantearía algo con sentido y ya ves que no lo hago porque no necesito ayuda. Si estuviera pidiendo auxilio, no terminaría el texto acá.
O bueno. Quizás soy demasiado humana.
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Crónica de una suerte anunciada: Todos los que crecimos entre personas a la que de alguna manera les llegó el efecto místico de los fuyivape y otros espirales de los años sesenta, conocemos de sobra las formas en las que la suerte nos puede avisar que se está por armar la gorda. Yo, el viernes pasado recibí señales: soñé que pasaba por abajo de una escalera y me desperté sobresaltada, al levantarme pisé primero con el pie izquierdo, en la calle me pasó por adelante un paseador de gatos negros, mi llavero-bola-de-espejos-tipo-disco se estrelló contra el piso (juro que me la habían regalado), en el trabajo sin querer pronuncié el nombre de cierto expresidente simil mono, el tiempo se adelantó una semana hasta el viernes 13 y la señal decisiva: brindé con agua. Avisada de que de ahí en más iba a tener una suerte fatal, no hice más que resignarme. Pero para sorpresa mía, mi suerte no empeoró en absoluto. De hecho, siguió siendo todo igual. Sospecho que el karma no supo cómo empeorarme las cosas. O tiene un humor muy macabro.
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