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Mis tristezas son cancerígenas, y con esto quiero decir que están instaladas en el tejido y no en la parte racional, operante, lógica, de mi cerebro. A tal punto que. Pero esa es otra historia. Metástasis de memoria.
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Me sorprende enterarme de que, al final, el gusto de la felicidad se parece al de escuchar cuarenta y ocho mil quinientas sesenta y siete veces seguidas la misma canción. Hablo del gusto a nada.
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A la pertenencia (en efecto, suya) hay que ponerla a salvo del aire, en una cápsula sellada al vacío, en un vacío contenedor. Al vacío hay que pedirle que proteja a la pertenencia de la erosión del tiempo. Al tiempo hay que dejarlo a un costado, exactamente afuera. Al afuera hay que invitarlo a respetar las distancias que no son elegidas, sino más bien genéticas. A las imposiciones (en efecto, nuestras) hay que explicarles que no "hay que" nada. Insisto, nada.
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Hace exactamente veinticinco años que no me conozco. Tengo veintiuno. Así de extraña soy a mí.
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Killer taxist
Tengo una memoria excelente para las caras. Creo que es la única que tengo. De hecho, sí, es la única. Y me sirve para que se den situaciones como esta. Es decir, no me sirve.
Yo: Usted casi me atropella hoy.
Taxista: (se ríe) Ah, ¿sí?
Yo: Sí, en Cerviño y Godoy Cruz.
Taxista: Ah, sí. Venía distraido.
Yo: Venía distraido, dobló cerrado, con luz amarilla y me gritó boluda.
Taxista: (se ríe) Uno anda nervioso por la calle.
Yo: No me diga más boluda.
Taxista: (se ríe) No, está bien.
Yo: Porque no soy.
Taxista: Bueno.
En fin. No importa cuán inestable sea el piso. Sobre algunas seguridades hay que afirmarse, ¿no?
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La tristeza, soberbiamente instalada en un sillón del living, fuma mis cigarrillos con las piernas cruzadas y se ríe no sé de qué ni hasta cuándo. Yo espero, no tengo apuro.
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...el destino, todo está escrito allí arriba, decía un místico. Pero todo estaba escrito ahí abajo, en la servilleta con la dirección del bar anotada con una birome azul a las apuradas y vaya a saber uno a dónde fue a parar la birome, ese personaje efímero que anota un par de cosas (algunas menos importantes que otras menos importantes todavía) y al final desaparece porque a mí no me mientan: esos tubitos de tinta que se hacen los inocentes quietitos en los estantes de las librerías y kioscos, tienen vida propia y eligen qué es escrito y qué no. Se inscriben en la historia de los encuentros y desencuentros porteños junto con los tickets boletos pasajes de subte: todo un universo planificatorio de reuniones que a la larga se dan sí y sólo sí el papelito y la birome en cuestión así lo desean, o te cabe alguna duda.
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Respirar a veces tiene un valor muy profundo y, precisamente cuando lo único que queda en el mundo es aire, esa es una de las tantas veces.
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Mensaje para Roger Chartier:
La cuarta revolución de la lectura es el segundo (las seis, las nueve, las cuatro y cuarto de la mañana) en el que se lee un libro (cualquier libro) recostándose sobre el regazo de una persona (no cualquiera) y esa persona (factor revolucionario) no es cualquiera.
De nada, pichón.
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Hablo porque sí, nadie se extrañe
Recién estaba pensando qué pasaría si pasara algo o qué pensar de lo que está pasando o qué pasaría si pensara lo que estoy pensando. Para variar, me tiro de cabeza a la pileta de las incertidumbres inciertas. Vafangulo, esta vez me tiro de palito. ¿Sabés qué soñé anoche? Un disparate, te cuento.
Poeta y mago
se arrima
con miedo
tarima
con nervios
suspenso
su truco:
harina blancaflorece
palomas
pañuelos
y cartas
los cuatro ases
¿qué haces?
Es lo que me pregunto todos los días
(aplausos)
En fin. Recién estaba pensando de qué me voy a disfrazar este domingo, cuando falten un par de horas para que sea lunes y el almanaque se haya vuelto a imponer a la fuerza. Me voy a disfrazar de Jorge Rial, supongo. No se me ocurre nada más terrorífico.
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Parentezcos
Mis amigos se parecen a mis medias. No por que estén incompletos ni porque sean de algodón o poliéster, sino porque tenemos la misma relación. Por épocas tengo un grupo de medias dando vueltas (supongamos las blancas rayadas) y son las únicas que uso. Después suele pasar que alguna se queda en el lavarropas y no sale más, no sé. Por lo menos a mí me pasa. El hecho es que desaparecen y así van dejando y dejando de estar hasta que de golpe tengo un grupo totalmente nuevo de medias (las lisas). Entonces uso esas y no las otras y me siento cómoda con su tamaño y textura pero no va que cuando me acostumbro, aparecen todas las viejas apiladas sobre mi cama, recién planchadas. Más gastadas que antes, eso sí. Pero yo igual chocha, vuelvo a darles uso como si no hubiera pasado nada. Y mientras, se me empiezan a perder las del segundo grupo, las lisas.
Así van cambiando y pasando. Algunas nunca más salen del lavarropas y las recuerdo con cariño y digo la pucha, ojalá alguien las encuentre un día y sean más felices de lo que fueron conmigo porque para ser sincera, yo a las medias las trato casi tan mal como a las biromes o a mí. Ahora que lo pienso... qué mina horrible que soy, un día de estos me voy a quedar sola. Me lo merezco.
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?
Simplemente que no es simple y ciertamente que no es cierta. Tarea para el hogar: definir un abrazo envasado al vacío, rellenar de algodón (poliéster), revolver 2 minutos y servir bien helado. Pensándolo mejor, sin hielo. Pedido extrajudicial: alguien que se arrime y me explique para qué nací con brazos porque la verdad es que. En otro orden de cosas: se solicita con urgencia. Interesados en el interés por algo o interesados en el interés por el interesarse, por favor acérquense a nuestras oficinas con una foto 4x4 y ya que estamos con múltiplos de dos, por favor venir en pareja y de ser posible: mátense y en cuanto a todos los demás: for vapor, basta de estupideces porque al final...¿quién cree en algo en qué momento y para qué y estoy tan cansada de esta pregunta que voy a arrastrar el signo de interrogación de cierre hacia otro lugar, o quizás quiera ponerlo al principio del texto porque total puedo hacer lo que quiera o eso creo o eso quisiera creer que quiero pero se me acaba de ocurrir que va a quedar mejor en el título porque el signo de pregunta es una señal básica de una realidad eterna y va a entenderse a diferencia del resto así que: ahi vamos, al titulo, jop PD: Algo con respecto al 24 de Marzo:  PD2: Montones de dibujos dolientes nuevos en Huid Mortales.
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El gusto es mío
Entrar a una oficina y decir buenos días y después, silencio. Salir de mi casa y decir hasta luego y después, silencio. Recibir el cambio, el paquete de cigarrillos y decir gracias y después, silencio. Entiendo por qué no pierden el tiempo contestando, no me quejo. Los segundos acumulados de saludos no devueltos suman horas y días, si uno se pone a sumar. Pero a mí no me gusta sumar porque mi hemisferio, porque las letras. Así que corto por lo sano y me despido:
Hasta luego.
Buenos días.
Buenas tardes.
Buenas noches.
Gracias.
De nada.
Por favor.
Mucho gusto.
Buena suerte.
A estas agrupaciones bobas de palabras bobas las quise mucho, las usé mucho, las usé demasiado, las voy a extrañar, voy a mirar la ventana llovida del taxi con nostalgia porque nunca más.
Punto final a mi obstinación con los modales. A ellos les hablo y les digo que ha sido un verdadero gusto y un placer conocerlos y gracias por todo y espero que les vaya muy bien y que encuentren otra persona que les tenga más paciencia porque en lo que a mí respecta, se pueden ir bien pero bien a la mierda.
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Y acá no pasó nada.
Ya sé que nadie entendió lo que estaba pasando. Yo tampoco, para ser sincera. Voy a tratar de ser más clara: a ver si se entiende: es más o menos así: mi situación vendría a ser la siguiente: ojo con tomar lo que vaya a decir como algo cien por ciento fiel a la realidad: tampoco es que mienta compulsivamente a lo Sofía Gala: ahora, mirá qué loco: de chica algunos me decían tenés un aire a Sofía Gala: y yo decía: con el peor de los fastidios: mirá: por qué no te morís un poco o mejor morite mucho: obviamente esto se lo decía a mi conciencia: nunca en voz alta: porque es así, nací con voz baja: uno sesenta y monedas: un poquito menos, por ahí: habría que medir, la verdad no sé: no creo ser la única a la que no le esté importando lo que digo en lo más mínimo: o por ahí sí y quizás en serio soy la única a la que no le importo: me olvidé a qué iba con esto: ¿dónde están los encendedores cuando se los necesita?
No se puede vivir en esta casa, te das cuenta.
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Vacaciones eternas en Terapilandia
Yo: ... es que me exijo demasiado, ya lo sé.
Él: No, para nada.
Yo: Sí, me exijo demasiado.
Él: No. Vos te hacés creer eso, pero no es verdad. Es comodidad tuya nomás.
Yo: (cerrando los puños) No. Estoy segura de lo que digo. Me autotorturo con exigencias.
Él: (tranquilo) Te parece que estás segura, en realidad te permitís todo.
Yo: No. Estoy segura de que estoy segura y no, no me permito nada.
Él: Cómo se ve que te gusta mentirte...
Yo: (atómica) ¡No! Estoy siendo sincera conmigo.
Él: Te mentís.
Yo: (con una resignación demoledora) Bueno.
Él: No sé por qué te te enojás. Es como yo digo.
Yo: Ok.
Él: ¿Ves? Te molesta que te digan las cosas como son.
Yo: ...
Dicen que no hay peor sordo que el que no quiere escuchar.
Yo digo que no hay peor psicólogo que el mío.
¡Y TENGO TODA LA RAZÓN DEL MUNDO!
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Epílogo.
Entonces qué. La opción es no pensar, no preguntar, no abandonarse a la nostalgia, no memoria, no fotos, no indicios de existencia alejada, no abrir la puerta, no atender el teléfono, no mails, no mensajes, no dejar pasar una corriente de recuerdo, no música evocadora, no palabras que susciten, no construcciones imposibles, no mirarse en el espejo, no esperar sin convicción, no culpa que no tengo, no argumento indefendible, no simbolismo flagelante, no abrir los ojos para que no haya nadie, no cuestionar la realidad aniquilada, no arañar la pared, no las manos, no romper papeles, no partir estatuas, no tocar, no cantar canciones proféticas, no hablar para no recibir la cachetada del eco, no moverse, no retener la respiración, no retener nada, no futuro común, no reconstrucción tortuosa del último segundo cuando todavía existíamos como una sola persona dividida, no sentir. No. Prefiero sufrir hasta la asfixia antes de negar lo innegable: de principio a hoy, fue hermoso.
Y así termina el cuento de la buena pipa.
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Volver por volver.
Así que sin aires de grandeza, bajé la cabeza y me di cuenta de la rima. Qué gracioso, si alguien me escuchara pensar. O qué estúpido, o qué pretendés. Ahora, yo hay algo que no entiendo, ¿por qué me mira con esa cara? Si nada más le pedí un milka. Un milka mouse, como quien dice. ¿Tanto tema, che? En vez de darme lo que le pido, ¿qué hace, el kiosquero? Me pregunta, pero cómo un milka mouse y yo le digo claro, un milka mouse y me da uno triple pero yo no, gracias, le pedí uno simple. Así que ofendido me pregunta ¿y este no es lo mismo? Pero no, señor. Me gusta conservar las proporciones, por extraño que le parezca. Claro que esto lo pensé y no lo dije, ¿a quién le extraña? Bueno, deme lo que tenga y qué tanto. Le arranco el alfajor de la mano, me arranca la plata de la mano y nos separamos asqueados por el contacto. ¿Y qué, si esto no lleva a nada? Al final, necesitaba volver, pero volver volviendo. Porque mirame cuando te hablo, necesitaba más de algo y vine para acá para seguir buscando.
Así que sin aires de grandeza te veo bien, las vacaciones te hicieron diferente. Por mi parte, hola, acá estamos.
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