Violette, sus lágrimas ensucian mi canapé Humildísimo, paupérrimo y colérico homenaje a Violette Leduc
Me dijo buenas noches y yo no me digné a contestarle. Nada personal, estaba distraída. ¿Le molesta si fumo? No escucho la respuesta. Enciendo un L&M. ¿A dónde nos van a llevar estas calles? No lo sabe. Se lo digo. Cabildo y Loreto. Voy a tener que caminar, sí. Usted no se preocupe. Yo me arreglo. Me dice que refrescó, parece. Me digo y a mí qué me importa, le digo es que el clima está loco. ¿Le falta todavía mucho? Quisiera llegar siendo joven. Pero usted no puede hacer nada. Estamos igual. ¿Puedo tutearlo? Mejor no. Me mira en el espejito. En este país, el tránsito es cosa de no creer. Le creo. Me pide perdón y seis con cuarenta. ¿Si tengo cambio? Ojalá pudiera contestarle. Hasta luego, doy un portazo.
Me bajo del taxi con una sensación de culpa. Los cordones desatados. No sé con exactitud qué quiero decir con todo esto, sepan disculpar. Aborto acá el intento de simplificar el mundo.
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Qué sé yo.
Sí, de todas estas cosas ya me di cuenta. Que no estoy nunca, que no aparezco, que no reinvento, que no hago nada. Ya lo sé, me di cuenta sola. Mientras se buscan indicadores de locación vital para saber en qué punto de la vida se está parada, es difícil que haya tiempo para cualquier otra cosa. O casi. No sé. Puede ser. ¿Alguien me está creyendo? Ojalá que sí. ¿Alguien todavía cree? ¿Todavía lee? En fin. Lo cierto es que no me estoy por ir. Aunque da esa sensación, ya lo sé. Eso también lo sé. O casi, ¿otra vez con lo mismo?
Mejor dejo un caramelo tirado, acá, en el piso. En esto invertí algún que otro tiempo. Les presento al Muñequito Institucional, y me voy corriendo a buscar algo que decir.
(¡todavía existo!)
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Su atención por favor. Su atención por favor. Bienvenidos a esta oración, pónganse cómodos. Si no encuentran dónde sentarse, compartan guión _. Silencio allá en el fondo, por favor. A ver si nos ordenamos. La mafia protestante (conformada por Ju, Natán, fraN, patonga, habbi, noel, Catalina, Conde, y Perra_Laika) los ha convocado a este texto para hacerles llegar la invitación al nacimiento de Patria, protestad!, una revista que se las trae. Todo aquél que esté libre de dudas, arroje el primer click a otra parte. Todo aquél que no, bienvenido a bordo. Qué misterio...Epílogo: Y como nos tenemos tanta fe y sabemos que les va a gustar lo suficiente como para linkearlo, acá hay un botoncito. Guarda que quema.
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siempre o casi siempre que escribí lo hice respetando pautas y órdenes el primer límite con el que me topé fue el castellano para mí el objetivo de escribir es lograr una expectoración de ideas y claro antes me resistía a pensar que la libertad interior tuviera que ser sometida a reglas gramaticales de sintaxis etcétera a la larga entendí que sirven para evitar un caos de entendimiento entre quien expectora y quien interpreta el lector necesita referencias más allá de lo dicho y el autor es el responsable de asegurar esa certidumbre al avisar acá va la coma pausa breve acá va el punto pausa media acá punto aparte pausa pronunciada puntos suspensivos pará quedate pensando signo de exclamación es protesta simbólica signo de interrogación ese es mi favorito aunque me haga sufrir no hay que olvidarse de peinar a la primera letra haciéndole un jopo poniéndola en mayúscula para indicar el principio como si el principio fuera gran cosa yo siempre o casi siempre respeté las reglas pero ahora no no tiene sentido no quiero consolarme poniendo puntos finales simbólicos no quiero el falso refugio del punto final si pusiera un punto ahora sabría dónde termina este texto sabría que acá hay un descanso sabría que acá respiro no quiero punto final sería mentirme no me ayudaría a saber dónde parar yo no sé dónde parar yo no sé dónde yo
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Adivina adivinador:
¿Qué tiene una madurez intelectual de 24 meses y un contenido absolutamente acorde a esa madurez?
EXACTO! Este blog!!!
Señoras, señores. Quien lo entiende cumple 2 años. Aplausos, por favor. O golpes, mejor. Vení blog, sentate acá que hoy es tu día. Sabés qué? Yo a vos te conocí cuando eras así de chiquitito, ay qué cosita más dulce que eras. Sí, no creciste nada. Ya sé que yo tampoco pero conmigo no te metas. Te dije que. Que no te. No te. Cómo te animás? Pero pedazo de! Me da un. Ataque. Ok. Me mato. Bang.
Moraleja: Cría blogs y te arrancarán la autoestima de un tirón.
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Efímero:
Había una vez un texto que renegaba de su condición de texto porque le tenía miedo a la muerte. Cuando se enteró de que sus parientes lejanos (ciertos cuadros, esculturas y películas por la parte materna) habían sabido alcanzar la inmortalidad, los envidió con violencia. Desde su nacimiento (cuando alguien escribió que Había una vez un texto), no hizo más que pensar en el momento último de su existencia, aterrorizado. Lo que nunca supo, es que también para él la inmortalidad era factible, que podía trascender en el tiempo y burlarse del almanaque ridículo, otra de las mil mentiras humanas. Lo único que tenía que hacer era construir su propio significado para que cualquier memoria ajena lo retuviera, es decir que bastaba sólo con hacerse necesario para alguien. Pero éste era un texto débil, no tenía la fuerza suficiente para cargar contenido. Por eso se abandonó al correr de las letras y cayó en la aceptación del final, conciente de que ahí terminaba todo y era irreversible. En vivo y en directo desde el pie del párrafo, lamentamos tener que anunciar que a sus 15 oraciones de vida, el texto sufrió un ataque lingüístico de punto final y falleció. Informan fuentes oficiales que se trató de una muerte doble: murió el texto y su sentido. Nadie recordaba haberlo leído.
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No sé.
Estoy hasta las manos de quehaceres y no doy abasto ni a copas ni a espadas pero sí a sotas y de hecho me vivo haciendo. No es poca la frustración que me causa el triatlón megatlón socarrón del tiempo contra: mí, donde no sirve que me ponga a cantar Reloj, no marques de sade porque el muy desconsiderade sigue avanzando lo mismo y para colmo de males, tal es la vagancia que me da enfrentar la vida que ya estoy pensando en abrir sucursales de mí para repartir y derivar tareas. Lo difícil va a ser encontrar sucursales autónomas, no nómades que se las piquen al primer lío porque así qué vivo, para abandonarme no necesito ayuda, puedo sola gracias. Al margen, me preocupan ciertas disfuncionalidades que noto en mi persona. Disfuncionalidades no tanto motrices, sino más bien matrices: errores de fábrica que pasaron inadvertidos cuando me sacaron al mercado con todos estos desperfectos disminuidores de valor (valor o coraje de presentarme en sociedad, aunque siempre termine ganando el descaro o el país con más complicaciones en sus relaciones internacionales, verdad que no aplica sólo a los mundiales, sino pongámonos a pensar un poco en este o en cualquier otro tema que mal no nos va a venir y si te molesta que te incluya en la conjugación del verbo, agua y ajo. A otros les pasan cosas peores como por ejemplo no saber darle cierre a un texto e incluso de eso nadie se termina muriendo excepto el sentido).
(Mi consejo: cuando no sepas cómo cerrar un paréntesis, no lo hagas y mirá lo que pasa
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Esta loca, loca gente:
Ascensor de casa:
Yo: Buen día. Vecina: No te conozco. Yo: (pienso) Ok, ¿querés ser mi amiga?
Piropo extravagante:
Señor: Hola hola, ovejita. Yo: (pienso) Ok, tengo el pelo un poco ondulado por la humedad pero de ahí a que parezca lana hay todo un autoestima de por medio!
Bar en el centro:
Mozo: Te maté con el cambio, piba. Yo: (tratando de ser simpática) Sí, ya está por llegar la policía. Mozo: No, qué va a llegar la policía, si esa manga de delincuentes existe nada más para proteger las casas de otros delincuentes que al final no van presos porque en este país está todo corrompido ya, mirá si me van a llevar a mí esos ladrones! Yo: (pienso) Ok, me doy.
Conclusiones: ¿Cómo concluir algo razonable a partir de la ilógica urbana? Veamos: suele decirse que la locura viene del contenido dudoso de los tanques de Aguas Argentinas. Personalmente, creo que la pantalla del celular irradia algo. O quizás asistimos una época de desvarío general causado por la sobresaturación de ringtones tipo: La Cucaracha, Mozart 40, Himno a la alegría, La lambada o cualquier otra desgracia. Sea por lo que sea, lo importantes es asumir que lo que pasa es peor de lo que parece.
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Yo me quiero matar, ¿y usted?
Después de 20 años fatales de convivencia conmigo misma (¿20 años no es nada? ¡Te quiero ver a vos!), entendí que había una sola forma de solucionar mi vida: pidiéndome la mano. Aclaro que no me la pedí como siempre, (porque cada vez que me pedí una mano socorro ayuda auxilio, no me di pelota), sino de manera formal, es decir que me pedí casamiento (desde ya, están todos invitados). Y acá estoy, dándome instrucciones y corriendo a los gritos que el canapé sin relleno, que la música no muy alta, que la comida agridulce, que esto, que lo otro. Insoportable, para variar la bamba se necesita un poquito de gracia y para bailar la bambi se necesita un contrato con Disney. ¿Felicidades? No, eso nunca.
(detrás de esta inocente boda hay un plan macabro de conquista de paz y paso a contarles mi deseo que es el siguiente: quiero casarme conmigo y enviudar).
post-post: Lo que me da más miedo es dejarme embarazada y volver a nacer...con las mismas miserias!!!
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Una reconciliación típica:
Después de escuchar que "son cosas que le pasan a todo el mundo y no podés castigarme por eso y no podés alejarme para siempre por eso y no podés desligarte de mí y hacer como si no existiera por eso. Te prometo que vamos a estar bien y que esta vez sí, esta vez sí va a funcionar y si necesitás que cambie, voy a cambiar pero no me condenes ahora que te pido que te quedes y prometo ser lo que necesitás que sea. No ahora que te ofrezco esta tregua y te pido otra oportunidad, ahora que me la merezco. Vamos a estar bien, no tengas miedo. Creeme esta vez, que esta vez no miento. Vamos a estar bien, creeme" me miré a los ojos para ver si me estaba queriendo engañar pero imposible saberlo (no me conozco tanto). Así que me dije bueno, intentemos y me di la mano, voy a darnos otra chance a ver si esta vez la unidad. Me abracé llorando, emocionadísima, gracias Leticia, de nada Leticia, vamos a ser una.
Y así fue como me reconcilié conmigo pero claro, cuando me vi yéndome tan satisfecha por la respuesta obtenida no pude evitar ponerme la traba, no sea cosa.
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Antes de que apretara Enter, sonó el teléfono y alguien dijo:
-Yo soy yo, vos sos vos, ¿quién es más tonta de las dos? Exacto: las dos, porque yo soy la voz de tu pensamiento, Leticia. ¿Notaste que estoy afónica? a que no sabés de qué es, de tanto gritarte y que no me hagas caso, en fin. Hacé lo que te digo una vez: no lo digas. Hoy no es una fecha memorable, entendelo, no, no es. Hace 20 años le ocurrió una desgracia al mundo en general, al país en particular y a tu familia en conjunto. No, no es un día para festejar, es un día para llorar largo y tendido, para que lloremos largo y tendidos en el diván todos los que estamos de alguna manera relacionados a vos por mucho que nos pese, pésames, eso, que nos den los pésames a los que padecemos tu presencia que nos lo merecemos, no digo a vos, a vos no te merece nadie porque nadie es tan desgraciado o bueno, sí, somos desgraciados los que te sufrimos. Algo habremos hecho. Conclusión, Leticia: no está bien celebrar el aniversario de la calamidad, no lo hagas, está mal, no, controlate, no, no Leticia, no, frentate, no!
-¡Callate! Lo digo igual: ¡Feliz cumplo años! Tomá, lo dije.
-Perfecto. Con esa información los confundiste a todos: ¡ahora la gente va a pensar que naciste, Leticia! ¡Dejá de mentir!
Y buen.
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Carta abierta al lector anónimo:
Te escribo a vos, que me prestás un poco de tu atención cada tanto cada poco o cada nunca. Me conocés, yo te sospecho. Precisamente a vos, que sos el que da sentido al amontonamiento de párrafos. No quiero abusar de tu tiempo y no, no hagas muecas porque esto no es demagogia, de hecho, esto no es nada (y si esto es una mascota, se parece bastante a su dueña). No me gustan las deudas, por favor no entiendas esta carta como un pedido de ayuda porque no, lector, no estoy aullando socorro sabés qué pasa, no necesito nada excepto que sepas que no necesito nada y no te dejes engañar: no quiero, no puedo ni voy a aceptar tu consuelo y es importante que me creas cuando te digo que no te estoy pidiendo absolutamente nada porque si necesitara ayuda, gritaría en mayúsculas o en negrita o plantearía situaciones concretas o plantearía algo con sentido y ya ves que no lo hago porque no necesito ayuda. Si estuviera pidiendo auxilio, no terminaría el texto acá.
O bueno. Quizás soy demasiado humana.
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Crónica de una suerte anunciada: Todos los que crecimos entre personas a la que de alguna manera les llegó el efecto místico de los fuyivape y otros espirales de los años sesenta, conocemos de sobra las formas en las que la suerte nos puede avisar que se está por armar la gorda. Yo, el viernes pasado recibí señales: soñé que pasaba por abajo de una escalera y me desperté sobresaltada, al levantarme pisé primero con el pie izquierdo, en la calle me pasó por adelante un paseador de gatos negros, mi llavero-bola-de-espejos-tipo-disco se estrelló contra el piso (juro que me la habían regalado), en el trabajo sin querer pronuncié el nombre de cierto expresidente simil mono, el tiempo se adelantó una semana hasta el viernes 13 y la señal decisiva: brindé con agua. Avisada de que de ahí en más iba a tener una suerte fatal, no hice más que resignarme. Pero para sorpresa mía, mi suerte no empeoró en absoluto. De hecho, siguió siendo todo igual. Sospecho que el karma no supo cómo empeorarme las cosas. O tiene un humor muy macabro.
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Se busca: Si no sabe ella, no sabe nadie: pararará parará. Terminé de tararear y ¿no te suena? Gracias igual. Colgué el tubo, ya sé! Valeria, soy Leticia ¿cómo estás, tanto tiempo? Sí, como tres años. Necesito que me digas qué canción es esta, te canto: pararará parará. No? Gracias, mandá saludos por allá, sí, chau. La situación era crítica: en mi agenda había tachado el último nombre y nadie conocía la canción que pararará parará. Bajé y cuando terminé de cantar, el portero sacudió la cabeza y ni idea, piba. El diariero dijo que qué linda canción, pero no, no la conozco. Entonces recorrí pacientemente todas las cuadras de mi barrio, tarareándole a los conocidos o no tanto, perdón que lo interrumpa, pararará parará ¿no? Gracias, me invadió la desesperación. Queridos pasajeros les robo un minutito de su atención, pero en el 60 nadie sabía. Primero descarté Palermo, pararará parará, después Capital Federal, pararará parará, recorrí todas las líneas de subte, pararará parará, le pregunté a peatones, pararará parará, cadena nacional se solicita el paradero de pararará parará, traduje el pedido a 15 idiomas, pararará parará y seguí seguí seguí hasta que nada, nadie supo.
Ojo, yo también estoy decepcionada por el final de este texto, no se crean. Pero lo empecé creyendo que iba a terminar bien. Sí, un poquito como todo lo que empecé alguna vez.
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En el andén
Reconfirmo la hora con mi reloj: 6.05pm, gracias. Reconfirmo mi ubicación con el cartel de la estación: Tribunales, gracias. Reconfirmo estado de cosas con la muchedumbre que espera el subte, me empujan, ahí viene. Saco cuentas: no, toda esta gente definitivamente no entra en el vagón que ya de por sí está repleto. Me empujan, se abre la puerta, permiso, permiso, por cada persona que baja, suben diez (el transporte público desconoce la lógica matemática, permiso). La gente se amontona, se aplasta, aviso sonoro, suba el que puede y el que no, a la lona. Se comprimen en el interior, la puerta se cierra en mi cara. Antes de que se metan en el túnel apilados, sin oxígeno, sin espacio, creyendo tener suerte por haber entrado, burlándose de mí y de los que nos quedamos afuera, aprovecho para mostrarles que no tengo apuro, que puedo subir tranquila por la escalera mecánica y salir a la calle donde hay espacio, aire y tiempo pero tiempo no apurado y frente a sus miradas de odio, de furia homicida, de ambas, me voy exhalando orgullo por mis setenta centavos bien invertidos en maldad pura que sin duda valió la pena.
Ven? No hay caso: soy una jodida bárbara.
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Shhh... Un minuto de silencio para mis ganas de vivir.
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Estoy, digamos en...¿vieron ese estado en el que uno aplica todas sus fuerzas (o las pocas que quedan) en bloquearse, mantenerse alejado de lapiceras teclas biromes y se obliga a sí mismo a silenciar para no dar lugar a la mentira alegre y desfachatada porque detesta más que nada ver convertida la angustia (que nace en la médula y la uña y la tercera o cuarta vértebra) en un texto mentiroso y engendrante que pretende hacer de esa angustia algo palpable y nunca es, por la imposibilidad que acarrea el hablar acerca de esa muerte mal sincronizada, tipo de muerte poco común o no tanto, que es cuando la persona muere en su interior pero toda la parte externa se mantiene viva y hola hola buen día qué tal sí gracias un cortado cuatro pesos hasta plaza italia por favor etcétera? Bueno, eso.
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Todo empezó con un título El lector se arrojó a la primera oración del texto envuelto en una incertidumbre sin límites, la autora del mismo dijo que el lector se arrojó a la primera oración del texto envuelto en una incertidumbre sin límites mientras ella se lanzaba al intento de verbalizar las sensaciones de aquél en el acto de la lectura que seguía cumpliéndose obedientemente de izquierda a derecha. La formación del ejército de palabras se mantuvo firme en un orden impuesto por las oraciones de la escritora, que seguía avanzando línea a línea en esa misma dirección izquierda derecha. Por su parte, el lector empezó a sentir un rechazo del texto hacia él, algo así como una nostalgia por haber sido primera persona al principio y ahora tan sujeto tácito, habré dicho algo mal, qué hice, por qué, pero bueno, lector, le dijo la escritora, al final del texto y de la vida, ni vos ni yo somos imprescindibles, triste pero cierto. Esa fue la primera y última vez que la escritora y el lector coincidieron en un punto
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Anotaciones para Escrito-Lectores: Capítulo II. La redundancia En esta segunda parte desarrollaremos otro tema clave a tener en cuenta a la hora de la escritura o lectura de un texto: La redundancia. Cómo evitarla? Cómo evadirla? Estos son los pasos a seguir: 1) Si usted se propone evadir la redundancia, sólo imagínese a la misma en forma de institución extractora de dinero (a modo de ejemplo, proponemos la DGI). 2) Si, en cambio, usted pretende evitarla, la tarea es tanto más fácil: cambie de teléfono, dirección, nacionalidad, sexo y messenger (si la redundancia insiste en ponerse en contacto con usted, no ceda) (es en serio, no ceda) (porque está claro que la redundancia tiende a insistir) (por eso, no se deje tentar por la insistencia de la redundancia) (de otra forma, el texto producirá cansancio, fatiga, agotamiento, fastidio, hastío, aburrimiento, hartazgo, molestia, cansancio, tedio, molestia, hastío, fastidio, hartazgo, etc) (así que no permita que la redundancia insista tanto de manera tal que consiga su objetivo) (el cual es, valga la redundancia, redundar) (así como redundan todas las redundancias) (puesto que son redundantes) (dada su naturaleza misma de redundancias) (naturaleza que implica, forzosamente, redundar) (redondeando: no redunde). Para más información sobre el tema, siga estas instrucciones.
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Hola. Me llamo Leticia y soy neurótica. Hola grupo.
Ring. Qué, quién, a esta hora, dejame de hinchar, ¿nadie piensa que es domingo y la gente duerme? Hay que ser jodido para llamar a esta hora (ring) un domingo, ni Laura sería capaz de, no, sí, sí, sí sería capaz, por supuesto que sería capaz, la muy Laura (ring) a otra persona no se le ocurriría andar llamando a esta hora un domingo (ring) está clarísimo que es Laura que obviamente necesita algo, que la escuchen llorar por sus dramas y ¿a mí quién me escucha, Laurita? (ring) ¿Vos me escuchás? No! Vos hablás hablás hablás porque es lo único que sabés hacer, ¿o miento? (ring) Vos que nunca pensaste en nadie y andás llamando un domingo y a esta hora! (ring) Alguien te tiene que poner los puntos y voy a ser yo, porque los hipócritas de tus amigos nunca (ring) serían capaces de eso como no son capaces de nada porque son una manga de inútiles (ring) y seguro por eso son tus amigos, sino no se explica pero (ring) ahora vas a escucharme pedazo de yegua infeliz y hola, qué? No, equivocado.
Todavía temblando de nervios, fui a buscar la agenda donde no, por supuesto que no tenía el teléfono nuevo de Laura porque sabés qué pasa, la última vez que la vi estábamos en sexto grado, se debe haber mudado.
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El botón para llamar a cualquiera de los dos ascensores está en el medio de ambos y, a diferencia de ellos, es uno solo:
Volver a, o salir de casa impone un universo de azares ahí, a 40 cm de la pared, donde se debate mi suerte en esos 3 segundos que tarda en abrirse una de las dos puertas, 3 segundos para elegir izquierda o derecha pero obedeciendo al instinto y únicamente al instinto, cerrar los ojos, enfilar para el lado que corresponda y ver con gran satisfacción la elección bien hecha y qué placer... 3 segundos robados a la burocracia departamental, pensar que podría haber gastado esos 3 segundos esperando saber cuál de los ascensores iba a abrirse! Qué placer.
Pero puede que el rumbo elegido no fuera el correcto (en ese caso, vale decir que no fue ni la suerte ni el instinto errado, que había un 50% de posibilidades en contra, que no es poca cosa), entonces hay que asumir la derrota con la frente casi pegada contra un muro de puerta ascensórea que no va a abrirse (porque no va a abrirse) y dar un paso atrás, rectificar camino silbando bajito y ojalá que nadie me haya visto.
La próxima vez, elegir la escalera y optar por lo seguro, que lo seguro (y esto lo es:) no abunda.
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No hay nada más importante que la higiene emocional
...por eso hoy me propuse hacer limpieza a fondo. Lo primero que hice fue agarrar todas las cartas que me escribió y guardarlas en cajas, una vez hecho esto, puse sus regalos en bolsas de nylon. Las canciones dedicadas, eliminadas permanentemente. A las fotos, tijeretazo por la mitad y la mitad de la mitad, hasta llegar a la mitad de la mitad de la mitad (cuadraditos de imágenes irreconocibles). Tuve que lavarme los dientes 18 veces para borrar rastros de las palabras y promesas pronunciadas. Me bañé en alcohol para emborrachar la piel, para que se olvide de una vez. Y así, con mucha paciencia y aplicación, me deshice de todas las exterioridades recordatorias: junté cajas, bolsas, cuadraditos y demases, los dejé en la pila de basura y me fui a acostar.
Ahora que quedó todo limpio y listo, solamente me falta dejar de sentir.
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Anotaciones para Escrito-Lectores:
Capítulo I: La incoherencia.
En este capítulo vamos a tratar un tema de suma importancia: la supresión de la incoherencia en los textos. Estos son los pasos a seguir:
1) Ubique el texto que contiene la incoherencia (esto es fundamental: sería incoherente intentar extraerla de un texto coherente)
2) Válgase de un arma (sugerencia: lápiz con gomita, ideal para gente propensa al arrepentimiento)
3) Acérquese lentamente al párrafo sospechoso (no se demore mucho en este punto, la incoherencia es incoherente, no tonta: no la subestime)
4) Trace un círculo alrededor del párrafo y subraye todas las partes que necesiten ser revisadas (es imprescindible que el círculo esté cerrado herméticamente, no pueden quedar espacios de fuga)
5) Tome unas tijeras y extraiga la incoherencia (utilícelas a criterio y por favor, no se distraiga con sus uñas, estamos tratando de hacer cosas importantes acá)
6) Cerciórese de que la incoherencia no esté escondiéndose en ninguna parte (revise cajones, muebles, carpetas, chancletas, pararrayos, australopitecus, dientes de caballo regalado, etc)
6) Controle su pantalla y el contenido de estas instrucciones (...le pedí por favor que hiciera el círculo cerrado para evitar que se fugazzetara!)
5) Usted es un papanatas. Su incoherencia se ha escapado y ha venido a poblar estas líneas (el daño es irreversible. reiteramos: irreversible es daño el)
4) Pare de sufrir.
3) O mátese.
2) Vuelva prontos.
1) Capítulo I: La incoherencia. Cómo eliminarla?
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No tener ganas de nada, literalmente nada, una nada nueva descubierta a partir de la experiencia abrumadora que me sobrexige y me satura y me limita y me lleva al estado de no tener ganas de nada, literalmente nada, una nada nueva descubierta a partir de la experiencia abrumadora que me sobrexige y me satura y me limita y me enseña una nada nueva, descubierta a partir de la experiencia abrumadora que me sobrexige y me satura y me limita y me encierra en este círculo de no tener ganas de nada, literalmente nada, donde puedo hablar sólo de esta nada nueva descubierta a partir de la experiencia inexperta abrumadora e inoxigeda, irrespirable y tóxica, desbordante de nada, de una nada nueva: cierta, absoluta, entera, infinita, completa (una nada llena de todas las cualidades que yo no tengo).
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Madrugadayer, no, anteayer, nhoy, moebius:
No tenía absolutamente nada (pero nada, eh?) para hacer. Como no estaba cansada ni aburrida, no me senté en la computadora a escribir. Y menos mal que no me senté, porque si me hubiera sentado no habría escrito nada. Por eso no me senté. Es más, no sólo no me senté en la computadora sino que me senté en la computadora y escribí un texto y medio. El medio alude a su calidad, siendo generosa y mintiendo que da pudor. El asunto es que me senté en la computadora y escribí, lo admito, pero entiéndanme: estaba tan cansada y aburrida! Fue un impulso, lo necesitaba! Además, tenía que hacer demasiadas cosas, por eso es que no tuve tiempo para sentarme a escribir. Ojalá hubiera podido. Pero me alegra no haberme sentado a escribir porque si me hubiera acercado a la pc, habría escrito un texto ridículo, incongruente, informe, irresponsable, irremovible, irremunerado, irreparable, irreprensible, irreprimible, irreprochable, (acabo de encontrar un diccionario divino) etc. En resumen, después de estar un rato sentada en la pc escribiendo, me puse a releer: "No tenía absolutamente nada para hacer. Como no estaba cansada ni aburrida..." Entonces me di cuenta de que tenía sueño y que la lógica onírica ya estaba manchando todo el texto.
Por suerte nunca se lo mostré a nadie.
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Cita literal con palabras:
Como me sentía sola, invité a las palabras a tomar algo a casa. Las llamé y dijeron que llegaban a las 6 a más tardar y tanto fue así, que hasta Impuntual llegó temprano. Se acomodaron en el living mientras yo preparaba el mate. Todas (excepto Apatía) se mostraron alegres mientras se pasaban el mate y las galletitas. Libertad me contó lo agotada que está de ser tan malinterpretada y yo le dije que a veces a mí también me cuesta entenderla. Entre mate y mate, escuchamos a Humanidad hablar con Tristeza sobre su sensación de estar perdiendo el sentido. Por su parte, Sentido se rió y dijo que ella no se deja apresar con facilidad. Más tarde, Ideal me contó que hace muchos años fue víctima de una violación y desde entonces ya no es la misma.
Para aligerar un poco el ambiente, saqué un mazo de cartas y las invité a jugar. Formamos dos grupos: el mío perdió todos los partidos (como siempre, Suerte estaba en el equipo contrario). Viendo que ya se hacía tarde, me agradecieron la invitación y se fueron, diciendo que iban a volver a hacerme compañía mañana, pasado, algún día... pero yo no soy tan inocente como para creerle a una palabra (sabido es que de todas ellas, la única sincera es Mentira).
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Pero lo acepto:
Mi filosofía debida tiende hacia la obediencia de vida.
post-post: Huid Mortales actualizado.
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